domingo, 8 de mayo de 2016

Entregamos el Censo de los Niños de Rusia al Archivo Histórico del PCE



Este pasado viernes tuvimos en el local del PCE (Centro Social 13 Rosas) un emotivo acto abierto a militantes, simpatizantes y amistades en el cual hicimos entrega al Archivo Histórico del PCE del censo de unos 4.000 compatriotas nuestros, los niños que el año 37 salieron de Santurce en un barco mercante camino de la Unión Soviética vía Francia, un grueso tomo artesanal realizado con un paciente trabajo de hormiguita en el que constan los nombres, fechas de nacimiento, el lugar de nacimiento y una breve nota biográfica referente a la trayectoria, ubicación, trabajos laboral y político realizados y su actividad durante la II Guerra Mundial en las filas del Ejército Rojo. No todos los relatados eran niños, están incluidos adultos que les acompañaron, familiares que acudieron a su encuentro y allí se quedaron…
Que ¿cómo ha llegado este libro a nuestras manos? Pues muy sencillo: a mediados de los 90’s llegaron aquí un pequeño grupo de aquellos niños que, después de casi 60 años retornaban a la patria (nunca sabrían si su primera patria o la segunda, pues se consideraban tanto soviéticos como españoles). Un miembro de este grupito, Marino Polo, militante del PCE y del PCUS se puso en contacto con la Agrupación Local de nuestro partido y, poco antes de su fallecimiento el 2008, nos hizo entrega del mencionado libro con la intención de que lo entregáramos a los archivos del PCE.
Supone una gran emoción sostener físicamente este “tocho” por lo que de trabajo tiene, por la vida que encierra entre sus tapas y por la cantidad de hechos reales protagonizados por los personajes relacionados en un listado que de frío no tiene nada. Una vez escrito y encuadernado, hacia 1985, ha sufrido cambios biológicos como es fácil de comprender entre personas mayores de 60 años (entonces), cambios hechos a mano con notas al margen con datos de repatriación o fallecimiento.
Aquí en Alcalá habíamos pensado procesar los datos de esta enorme fuente de información mediante la creación de un fichero en base de datos con macros relacionales que permitieran cruzamientos que enriquecieran sus posibilidades, en fin, su completa informatización pero, después de intentarlo y ver la cantidad de trabajo que llevaba implícito nos vimos desbordados por falta de tiempo y de personas que pudieran dedicarse a esta tarea.
A la entrega de esta entrañable obra llamamos a la responsable del Archivo Histórico del PCE, compañera Victoria Ramos, a representante del Comité Central del Partido de Comunista de Madrid en la Persona de Daniel Gismero, así como a la compañera que entrevistó en su día a Marino Polo, Beatriz Martínez.
Todos ellos tomaron la palabra desde la parcela en las que desarrollan su actividad: el representante del Comité Central hizo hincapié en el valor del documento del que hacíamos entrega, por su aportación a la memoria de nuestro pueblo, una pequeña pero importante porción de nuestra historia, casi desconocida por nuestro pueblo y lo poco que se ha dado a conocer, totalmente tergiversado, de lo mal que lo pasaron los niños, las hambrunas que sufrieron, los horrores de la guerra y luego las persecuciones que sufrieron. La propaganda de un régimen que no podía permitir que el enemigo, personificación del mal sin mezcla de bien alguno informara que los niños hijos de republicanos españoles (comunistas, socialistas, anarquistas…) fueran recibidos por los leningradenses y sus autoridades como les hubieran recibido sus verdaderos padres: aseándoles, dándoles de comer, vistiéndoles, repartirlos por casas de acogida y dándoles escuela en español y en ruso. En esa época la mayoría estudió una FP en máquinas herramientas enfocado todo a la siderúrgica y a la producción de material de guerra, llegando muchos de ellos a cargos en la industria, con estudios superiores (ingenierías de minas, de ferrocarriles) otros en los más diversos campos del conocimiento (medicina, periodismo, comunicaciones radiofónicas, literatura, filología española, eslava…). En suma: un tratamiento por parte del sistema e instituciones soviéticas que en nada tiene que ver con la discriminación que sufrieron los que decidieron repatriarse (no olvidemos, porque eran españoles de ESPAÑA), que solamente los médicos y no todos, encontraron trabajo. Ingenieros de todo tipo aquí tuvieron que sufrir el no reconocimiento de sus títulos y la imposibilidad de trabajar en lo suyo. ¿Problemas de competencia corporativa? lo dudo… ¿Problemas de discriminación política?, mas bien esto último.
Entre las personas que constan en el censo, varias de ellas nos han llamado la atención, unas por trato directo, tal es el caso de los que conocimos aquí residiendo en la residencia de ancianos:
Marino Polo Ruiz, procedente de Burgos y residente en Bilbao hasta el 37, salió de Santurce por barco hacia Francia y, días después zarparon hacia Leningrado, donde les recibieron con los brazos abiertos, les asearon, les hicieron revisiones médicas, les vistieron “como a señoritos” según su expresión, los repartieron por casas y llevaron a la escuela. De ahí, al poco les enviaron a Moscú donde continuaron su educación ruso-española. Cuatro años después vino la invasión nazi y se acabó la paz y la tranquilidad. Todo el que tenía edad para trabajar fue enviado a la industria de guerra aprovechando los conocimientos adquiridos. Marino fue enviado a un taller mecánico como jefe de brigada, ascendiendo a ayudante de maestro, maestro superior y jefe de sección con 135 obreros a su cargo. Fueron tomando el relevo generacional a los mayores. Él habla de los “mayores” con diversidad de opiniones. Hablaba muy bien de Dolores Ibarruri, que se preocupaba constantemente por ellos, así como de José Díaz, el que fuera Secretario General del PCE; no así de Carrillo que siempre andaba enfurruñado y les regañaba, no sabía hacer otra cosa, según él. Un alto porcentaje de los “niños” entraron en las filas del Ejército Rojo, desde la infantería a los tanques o a pilotar aviones, parte de los cuales murieron en combate, así como muchos de los españoles a quienes les pilló el cerco de tres años de Leningrado, que murieron de hambre.
Una vez jubilado en el año 85 con 60 años estuvo trabajando, hasta su repatriación en el 95, en el centro Español de Moscú con Cruz Roja. Fue miembro del PCUS y el último secretario político del PCE en la región de Moscú.
Su esposa, Aurora Rodríguez, Asturiana, de su misma edad, le acompañó en la residencia. Era también militante del PCE DESDE 1947. Una hermana suya, dos años más joven fue en la misma expedición.
Tuvimos en nuestra Agrupación a una pareja que pocos sabíamos que venían de la Unión Soviética, asturianos ellos, muy serios, correctos: Honorina y Antonio.
Otro compañero de residencia y de toda la vida es Luis Fonturbe, del 1927 bilbaíno, acróbata del circo de Moscú y, por último, dos personas, padre e hijo: el padre, Juan Mendezona, abogado argentino de procedencia vasca, nacido en 1890 y su hijo, Ramón Mendezona, nacido en Dusseldorf en 1913, periodista y locutor de radio Moscú. Los españolitos ya jubilados y otros más jóvenes también le recordamos por ser la voz más representativa de la Pirenaica (Radio España Independiente, la “única emisora española sin censura de Franco” ese era su slogan).
Hubo ingenieros de ferrocarriles como los hermanos Sansegundo, de Madrid, repatriados que no pudieron trabajar en lo suyo.
En fin, un acto muy emotivo, como decía al principio que debe servir para que cualquiera que desee información de familiares suyos se ponga en contacto con el Archivo Histórico del PCE, situado en la calle Noviciado de Madrid, en la biblioteca de la Universidad Complutense y, a la vez sirva para mantener fresco es recuerdo de tantos y tantos españoles en su caminar por la construcción de un mundo mejor.

Santiago Vilar, Secretario Político del PCE de Alcalá










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